Desde el 2018 –año en el que Andrés Manuel López Obrador asumió la presidencia del país– todas las instituciones de gobierno tomaron un papel importante para expandir la idea de un “cambio y esperanza”, donde la imagen del presidente sería el estandarte ideal –y lo sigue siendo–.
Entre todo el caos que se producía en las cúpulas y círculos políticos inmediatos al poder se sentaron las bases de la promesa educativa de Morena: la Nueva Escuela Mexicana (NEM), con cimientos en ejes que prometían devolver los valores cívicos a los estudiantes y a su vez, conformaría un nuevo espectro comunitario, de principios universales de cooperación; con saberes de antaño traídos a nuestros días: la escuela perfecta. Aunque como también era de esperarse, el modelo fue, y lo sigue siendo: un ideal (perdido).
Tras el cambio de titular en la Secretaría de Educación Pública (SEP), hubo un momento de duda sobre quién asumiría la dirección de la institución, a pesar de existir quien moviera algunas piezas por debajo de la mesa, desde la Dirección de Materiales Educativos y spoiler, lo sigue haciendo. Pero tras la llegada de Delfina Gómez, se decide promover una serie de mesas de trabajo para crear nuevos libros de texto, así como la eliminación de palabras “neoliberales” en éstos, y es que, a buen entendedor, pocas palabras...pero en el caso de la NEM, poca pedagogía y más ideología.
Tras el fallido intento en diseñar libros de texto en menos de 4 meses y donde hubo de chile, de mole y de dulce, pero no especialistas en la materia, deciden dar marcha atrás e ir lento, hasta que los "aspiracionistas" se cansaran de promover quejas y posicionamientos desde la Unión Nacional de Padres de Familia o grupos afines, porque al parecer es mejor ignorar a los expertos y a los padres.
Pasado el caos y la crítica de aquellos momentos, se generan modificaciones a la Ley General de Educación –con puntos rescatables– pero entre líneas se buscaba eliminar presupuesto, cancelar programas –como Escuelas de Tiempo Completo– así como redirigir este monto a reparaciones tras los fallidos intentos de ayudar a los centros educativos dañados tras los sismos de 2017.
El colmo e ironía de la SEP, es brindar calidad educativa deficiente, eliminar programas de apoyo e ideologizar a los niños, a partir de una coyuntura progresista, en donde se premia e incentiva la “salud reproductiva” o la “identidad de género” en los libros de texto, y es que es ahí, en las pequeñas trampas disfrazadas de buenas intenciones, donde se pretende ideologizar sexualmente a la niñez mexicana.
Finalmente, las legislaciones en varios congresos estatales no han sido de mucha ayuda, puesto que varios diputados solo ocupan cargos, pero no asumen posturas y permiten que “infancias” sea el concepto de moda, sin saber que escribir así es de pésima capacidad intelectual e incluso adhieren barbaridades a las leyes estatales de educación.
Es el momento para que los padres –principales responsables de la educación de sus hijos– exijan ese derecho fundamental y no permitan que las escuelas se cuelguen de modas progresistas, eso sería pervertir a los niños; sus hijos.
#EsCuestiónDeEducación y lo será siempre.
Alexis Galicia
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