Alexis Galicia 17/01/2023
Hoy en día, es muy fácil observar una sociedad desdibujada, donde la familia se ha redefinido por algunos como un modelo de convivencia que puede o no estar presente en la sociedad, como si de un gusto se tratase.
La idea más absurda de los padres modernos es darle a sus hijos todo aquello que no tuvieron en la infancia, intentando solventar dichas carencias, pero se olvidan de enseñar con el ejemplo, de apreciar todo aquello que pueden lograr sus hijos y no me refiero a lo material, sino al amor real, al cariño, a la comprensión, al TIEMPO DE CALIDAD. Me refiero a corresponder y valorar el sentido de vivir.
Todo esto resume los cambios que nuestra sociedad ha vivido, principalmente al exponerse a modelos de convivencia que fracturan el sentido de nuestra vida. Además, desde la pedagogía puede observarse este proceso de transformación, debido a la pérdida del interés por la formación integral, es decir, todos los padres de familia quieren una educación de calidad para sus hijos, pero culpando al docente por aquello que no resulte como esperan ¿acaso esto es justo?
Una mala educación es evitable, no puedo opinar lo contrario. Una educación que transforma lo efímero en trascendente, que forma al hombre perfecto en el apartado más cercano de su realidad, fuera de su zona de confort. Por tanto, es necesario contar con padres dispuestos a cumplir su papel real, de guiar a sus hijos hacia el bien.
Por supuesto que esta idea no es nueva, y es que San Agustín ya refería a la familia como el espacio principal para ser persona, para compartir esa virtud humana de crecer y de tener fe. Por tanto, esta filosofía debe acompañar el sentido de una educación cristiana para la vida, que otorgue libertad y autonomía a los estudiantes, puesto que el camino para forjar un futuro es en compañía, pero el proceso es de uno solo.
Al igual que la necesaria intervención de los padres en la educación formal de sus hijos, los docentes cumplen un papel indispensable, pues no hay escuela si no se sabe ser persona, y es ahí donde la preocupación aumenta, pues no resulta nada extraño que los centros educativos se conviertan en centros de adoctrinamiento progre, ante lo poco preparados de quienes están al frente de los grupos escolares (y con los nuevos planes de estudio la realidad no mejora).
Si bien, el escenario es complejo, la solución está en nuestras manos, no sin antes aceptar que existen condiciones que no deben cambiar: queridos papá y mamá, ustedes no son amigos de sus hijos, no son sus compadres y mucho menos sus confidentes a la par; son ustedes los padres de sus hijos, y por más cliché que resulte esta idea, es preciso decir que no tienen una deuda con ellos (no deben pagar por ser padres).
Es entonces, que los límites se convierten en un cimiento importante para construir una relación sana, asertiva y segura, entre padres e hijos. Por tanto, la responsabilidad de educar debe ser correspondida. Sí, los expertos tenemos chamba, pero es en y desde casa donde los valores y virtudes se forjan en el ser humano. La mala educación es evitable, si así lo desean…tan solo sean los mejores padres para sus hijos.
#EsCuestiónDeEducación y lo será siempre.
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