Por Alexis Galicia 13/02/2023
Uno de los principios fundamentales para la consolidación de cualquier proceso de formación debe ser la familia. La educación entonces, debe estar cimentada en el hogar, en ese espacio de desarrollo fundamental para cada persona. Por tanto, la raíz de esta idea es una forma precisa de fundamentar nuestra riqueza como individuos y nuestra complementariedad: ser hombres y mujeres fecundos.
¿Qué debemos entender cómo hombres y mujeres? en primer instancia, debemos asimilar nuestras capacidades, y es que no somos iguales, sino que ambos enriquecemos la totalidad de nuestra convivencia de forma natural y espontánea. Hombres: orgullosos de su masculinidad, fuerza, valentía, honor, protección, racionalidad, fidelidad, caballerosidad; Mujeres: orgullosas de su feminidad, delicadeza, dulzura, detallismo, intuición, pudor.
Por tanto, nuestra educación debe formarse desde esta perspectiva, y es porque al perder nuestro sentido, algunos grupos intentan desmantelar a la institución principal de cualquier sociedad; atacar a la familia se ha convertido en el ideal de los movimientos de izquierda, desdibujando a la mujer y pervirtiendo al hombre en todas sus dimensiones.
La razón fundamental para definir a la familia como el núcleo social no puede ni debe estar en discusión, sino que debe salvaguardarse y en su caso, apuntalar hacia la construcción de un estándar de alto nivel, donde las relaciones de amistad, el noviazgo, el matrimonio y la búsqueda de santidad, nos sea el ideal de vida.
Las instituciones educativas deben aceptar que no solamente la formación del ser es importante, sino deben entender que la formación del alma es necesaria y, por tanto, no temo decir que necesitamos legislaciones con perspectiva de familia de forma urgente, donde tanto alumnos como padres y docentes construyan un Plan de Vida y Carrera, que sea capaz de otorgar lo necesario para responder a las nuevas batallas en el campo cultural.
Precisamente la unión entre hombre y mujer nos regala una visión completa del mundo, donde la riqueza y el aprecio por lo bello, justo y verdadero cobra sentido. ¿Qué sería de Occidente sin la familia? y es que donde hay hombre y mujer hay fecundidad, no solo biológica, sino cultural, política, social.
Sin duda, la correspondencia entre nuestros valores y aquello que hacemos nos vuelve parte de dinámicas relaciones que contribuyen al progreso y a la generación de ideales nuevos, que de ninguna forma sustituye el principio de defender la verdad. Por tanto, nos debe ocupar la creación de espacios sociales con esta visión, donde la familia sea la pieza sobre la cual se cimienta cualquier otra cosa.
Es importante contar con un discurso real sobre la familia y su papel en nuestra educación y formación como personas. Recordemos que la maternidad nos brinda vida, pero la paternidad se encarga de cuidarla, y es que no debemos olvidar que donde hay vida y fecundidad habrá siempre familia.
#EsCuestiónDeEducación y lo será siempre.
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